Hoy día 4 de noviembre de 2016, los alumnos del Bachillerato Internacional, pertenecientes al club de lectura del instituto Rosalía de Castro, tuvimos la gran oportunidad de compartir un coloquio con el autor John Lanchester por su obra Capital.
Durante la charla, los alumnos le formulamos diversas preguntas; por eso en este breve texto, me gustaría resaltar algunos puntos mencionados por el autor, que nos ayudaron, y sobre todo complementaron a la perfección la lectura de esta obra.
En primer lugar, una de las cosas que más me llamó la atención, fue que el autor, en todo momento utilizó metáforas y comparaciones de la vida diaria, por lo que, además de hacer más sencilla la explicación de su punto de vista, conectó perfectamente con nosotros.
Cuando trató el tema del valor simbólico de Pepys Road, la respuesta fue clara y concisa: en ningún momento buscó el simbolismo; sólo buscaba retratar una zona donde conviven personas procedentes de distintos lugares, que en su vida diaria forman comunidades: en el trabajo, on-line, etc, pero que nunca llegan a formar una verdadera comunidad de vecinos. Y esto obviamente pasa hoy en día. Vivimos demasiado pendientes de nuestras ocupaciones, nuestro trabajo y nuestros teléfonos móviles, y a veces dejamos abandonada una parte esencial de las vidas, que es la comunicación familiar. Ya no solo de parentesco, sino de vecindad.
Si a continuación explicamos la manera que tiene John Lanchester de crear sus obras, destacaremos los siguientes puntos: antes de comenzar a trabajar (escribir), siempre observa. Y es algo que debemos aplicar al día a día de cada uno de nosotros; ya que muchas veces, ya bien sea en un examen, en una relación, etc., solemos pensar que ya lo sabemos todo, y nos ofuscamos en decirlo y hacerlo todo cuanto antes, y esto es un gran error. Para llegar a conocer algo casi a la perfección y ser capaces (de crear una obra literaria, de demostrar conocimientos en una prueba o de mantener una relación), primero debemos observar. Esto queda reflejado claramente en una cita del físico Albert Einstein: “Si quieres entender a una persona, no escuches sus palabras, observa su comportamiento”.
Después de observar detalladamente, le dedica un tiempo a la planificación de la obra, que curiosamente le lleva el mismo que escribirla. Se imagina la estructura de la obra, en este caso, le da especial importancia a la calle y a su visión, y finalmente se imagina a los personajes; de alguna manera trata con ellos, y parece que los llega a conocer en profundidad, tal que casi llegan a ser personas reales. Y va más allá de si nos van a gustar o no dichos personajes, de si su carácter va o no a encajar con nosotros; busca hacerlos reales, busca que la obra funcione. Todos los días tratamos con personas; unas encajan y otras no. La vida en sí es un puzle, y las personas somos las piezas; y a veces pertenecemos a puzles diferentes. John Lanchester compara esta situación con el diseño de un coche, donde el conductor es la pieza clave del proceso, pero a la cual no se le pregunta absolutamente nada durante su fabricación. Lo que cuenta es el resultado final, si resulta atractivo y funciona, tanto la obra como el coche.
También me parece relevante destacar que él mismo reconoce que corre el peligro de que uno de sus personajes le guste demasiado, porque le puede llegar a quedar demasiado sentimentalista y esto obligaría al lector a verse forzado, a que sí o sí, también le gustara.
A la hora ya de escribir sus obras, no revisa lo que escribe, dado que le dedicó suficiente tiempo a la planificación. En este punto del proceso es donde reside la frescura de la primera idea.
Otro punto que me gustaría mencionar, dado que me siento especialmente identificada con este aspecto, es el de que los autores sienten que no encajan. John Lanchester en concreto mencionaba que al viajar a tantos lugares, nunca sabe qué contestar cuando le preguntan de dónde es, pero que él no lo ve como algo negativo, sino que es lo que lo impulsa y lo motiva a seguir escribiendo; y que lo que sí puede afirmar es que durante toda su vida, lo único que no cambia es su familia y el hecho de hablar inglés.
Las cosas no duran eternamente, muchas incluso son efímeras; y los cambios son inevitables. En muchas ocasiones en nuestras vidas, no queremos reconocer o superar etapas; simplemente no queremos cambiar; nos aferramos a aquello que nos proporciona una seguridad. Pero a veces lo hacemos inconscientemente; un ejemplo de esto serían los cambios graduales. Él pone el ejemplo de Londres y lo compara con una rana dentro de una olla con agua hirviendo. Simplemente no se da cuenta de que lo que está sucediendo hasta que es demasiado tarde y ya no hay marcha atrás. Esto nos resulta sencillo de comprender porque lo vivimos mínimo una vez en nuestras vidas; pero yo me atrevería a decir que no a todo el mundo le afecta lo mismo y de la misma manera. Citando textualmente al autor: “Es en las circunstancias más difíciles cuando aprendes realmente quién eres.”, cuando a pesar de que todo lo que te rodea es negativo y va en tu contra, sacas lo mejor de ti, demuestras que eres, y sobre todo quién eres. Un punto a tener en cuenta, es que a veces cuando finalmente conseguimos lo que tanto buscábamos en primer lugar, nos damos cuenta de que no es realmente lo que teníamos pensado que resultaría; en ese instante te replanteas muchas cosas, buscas donde pudo estar el error y tendemos a olvidarlo. Pero creo que esto nos llevaría por el camino equivocado, porque no se trata de olvidar las malas etapas ni de hacer como si nunca existieran, porque realmente son parte de nuestra vida, son las que de verdad nos marcan para ser quién somos cada uno de nosotros; se trata de superar y de afrontar los cambios.
Para concluir, decir que si en algún momento de nuestras vidas sentimos que no encajamos con la situación que vivimos, si sentimos que las piezas pertenecen a un puzle distinto, no tengamos miedo, no nos sintamos extraños, porque es algo normal, solo hay que conseguir las piezas correctas, cambiar las que no encajan y buscar las que se adaptan a la perfección con la nuestra. Todo se basa en hallar el punto exacto entre observación, planificación y frescura de lo espontáneo.
Mariña Rodríguez Arizabalaga
1º BI