Varias veces estos años he escuchado a mi padre diciéndome que buscase en YouTube videos sobre el corralito en Argentina, que estuviese preparada por si aquí sufríamos algo parecido. Y, al empezar a leer Pan, Educación, Libertad de Petros Márkaris, me encuentro con otra pesadilla hecha realidad: los griegos saludan la entrada de 2014 con el abandono del euro y el regreso del dracma, los bancos cierran y se suspenden los pagos durante tres meses. Esta es la pincelada inicial de Márkaris para situar al lector en la agonía de los países del sur de Europa, pues no solo Grecia abandona la moneda común, también Italia y España vuelven a liras y pesetas.
El comisario Jaritos y sus hombres son destinados a urgentes tareas de orden público, en previsión de altercados. Y en medio del caótico tráfico ateniense conducen a la plaza Sintagma, donde se levanta el parlamento, ritualmente custodiado por esos llamativos soldados con zuecos y borlas rojas. Allí presencian manifestaciones de signo contrario: jóvenes en paro desean que se j… el euro y piden soberanía, a la vez que maduros jubilados temen por el valor adquisitivo de sus pensiones. Simpatizo con ambos y no sé bien a qué carta quedarme.
El trabajo diurno del comisario se mezcla con su situación familiar. Su hija, abogada en paro, compañera de un médico en la sanidad pública, acaricia la idea de la movilidad exterior, que diría nuestra ministra de Trabajo que nunca ha trabajado. Entretanto, la comisaria, Adrianí, una mujer ante todo práctica, se dispone a organizar los siguientes meses alimentando a su familia y cuidando que todos salgan indemnes.
La novela, por negra, relata, cómo no, asesinatos. Si en Liquidación Final los muertos eran defraudadores y corruptos, aquí el pasado común de las víctimas se remonta a los sucesos de la Politécnica en 1973, cuando un levantamiento estudiantil inició la caída del régimen de los coroneles. Los militares, con el acuerdo del entonces rey Constantino de Grecia y apoyados por Estados Unidos, tomaron el poder en 1967, manteniéndolo hasta 1974, tras su derrota en Chipre. Los asesinados en esta novela se hicieron adultos luchando contra la dictadura y, cuenta Márkaris, decidieron que la vuelta de la democracia debía reconocerles sus méritos de manera extraordinaria. Un contratista de obra pública, enriquecido con los amaños de las olimpiadas de 2004, un profesor universitario sin méritos para serlo y un sindicalista corrompido aparecen sucesivamente asesinados, y en cada crimen un teléfono móvil recita el lema de la radio de los estudiantes de la Politécnica
Aquí la Politécnica. Os habla la emisora de los estudiantes libres en lucha, de los griegos libres en lucha.
seguido del título del libro ¡Pan, educación, libertad!
Las sospechas iniciales de Jaritos y sus policías de Homicidios se dirigen a la extrema derecha, que, a consecuencia de la crisis económica, está cogiendo mucha importancia. Pero la detención simultánea del hijo de uno de los muertos, por un asunto de drogas, y la relación de la hija del comisario con el entorno del detenido, introducen nuevos matices en la investigación.
No quiero meter más spoilers (espero que no hayan sido ya demasiados), pues recomiendo la lectura de la novela. Dicen que el griego y el castellano tienen varios miles de palabras en común, pero tras leer este libro pienso que compartimos con los griegos muchas otras cosas… Baste apuntar a una noticia que me comentaron el otro día, acerca de la muerte de un joven que quiso escribir en una pared una petición similar: ¡Pan, trabajo y libertad!
Quizá los griegos, y también nosotras, debamos dejar de confiar en quienes presumen falsamente de gobernarnos en nuestro interés y tomar nosotras mismas el control de nuestro futuro.
Irene Botana Ríos
1º A Bachillerato